Con la llegada de la pequeña Noa, comenzaba una nueva vida deseada para Noe y Jose, un cúmulo de deseos y expectativas acompañados de noches sin dormir e incertidumbres.
Cuando me dijeron que querían que les volviera a retratar en esta nueva etapa como familia fue una alegría ya que, para mí, suponía poder culminar el retrato de ellos en algunas de sus diversas etapas.
Para esta ocasión, la idea era mostrar a la pequeña Noa junto a su padre y madre. Al contar con un gran espacio a cubierto, se pudo montar un estudio para las diferentes tomas que teníamos en mente realizar. Fondos de tela, flashes de mano y difusores junto a las tomas esquematizadas a conseguir.
Para una de las ideas, pudimos aprovechar una pared rústica y crear un espacio más campestre. Girasoles, cesta de mimbre, un peto vaquero . . . el conjunto creo que dio un resultado atractivo.
Si la unión entre Jose y Noe apuntaba hacia un infinito que ellos quieren alcanzar, con la presencia de la pequeñina este camino seguirá avanzando.
Quizás, un aspecto difícil de controlar en las sesiones con los más pequeños de la casa, es tenerlos en disposición de ser fotografiados en el momento que deseamos. Sin embargo, a pesar de todo el tiempo que reclamamos la atención de Noa, se portó muy bien y pudimos conseguir fotografías que muestran parte de este angelito con sus pequeños brotes perversos.
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